sábado, 29 de julio de 2023

Colectivos 1: Una cuestión de nomenclatura

 


En mi vida cotidiana, cuando hablo de manteca, es decir, cuando nombro la palabra, puede referirse indistintamente a la “manteca” -o “mantequilla” para quienes me leen desde otros países hispanohablantes- y a la “margarina”. Mi mamá siempre me recalca que manteca y margarina no son lo mismo: lo que las diferencia es su producto de origen. La manteca es de origen animal, mientras que la margarina es de origen vegetal. Esta diferenciación es importante sobre todo para la repostería -afición que mi mamá y yo compartimos-. Hay distintas calidades de manteca y margarina y eso influye mucho en cualquier tipo de preparación, ya sea masa, relleno o crema. Yo, de todas formas, sigo usando la palabra manteca indistintamente, no por llevarle la contra a mi vieja sino porque mi cabeza está programada así, qué le vamos a hacer.

En el idioma español hay muchas palabras que suenan o se escriben de la misma forma, pero no se refieren a la misma cosa. La manera de darse cuenta es fijándose en el contexto. Por ejemplo, volviendo un cachito a lo anterior, para una masa de hojaldre sirve más la margarina; por el contrario, para una masa de budín será ideal la manteca.

Con los colectivos me ocurre igual. Dejando de lado el significado que alude a las comunidades o agrupaciones de personas, cuando digo “colectivo” me puedo estar refiriendo a:

·      Los colectivos urbanos, colectivos de línea o de corta distancia, los que andan por dentro de una ciudad y circulando por infinidad de avenidas y calles.

·    Los ómnibus, los colectivos de larga distancia, los que van de una ciudad a otra y van por rutas y/o autopistas.

Quienes viven en Buenos Aires, capital de mi país, y ciudad donde técnicamente nacieron los colectivos, los llaman, en algunos casos, bondis, y en otros países pueden ser llamados buses, autobuses, y así podría seguir. Hay muchas formas de nombrarlos, y con mucha razón porque no son todos iguales. Los colectivos urbanos son casi siempre de un solo piso y disponen, además de una puerta para subir, una o dos puertas más para bajar, incluyendo un correspondiente timbre que los pasajeros presionan para avisar al chofer que se quieren bajar. Por otro lado, los ómnibus pueden ser de uno o dos pisos y cuentan con baño, televisión, aire acondicionado y asientos reclinables, y pueden recorrer distancias muchísimo más largas.

Obviamente, esto no es nada del otro mundo. ¿Quién no se subió a algún colectivo alguna vez, en cualquiera de sus formas? Bueno, quizá la gente que siempre dispuso de un automóvil particular o alguien a quien no le sienta bien viajar en transporte público.

La inspiración para empezar a escribir sobre los colectivos viene de un librito que leí de contrabando en la biblioteca donde ahora trabajo. Se titula “Ómnibus” y fue publicado por Elvio Gandolfo, cuyo nombre me suena de algún lado y no sé de dónde. En ese libro, este hombre cuenta, relata, reflexiona, sobre sus vivencias a bordo de los ómnibus, en una etapa en la que le tocaba viajar muy seguido de Buenos Aires a Rosario y viceversa. Fue a partir de la lectura de ese libro que empecé a pensar en mis propias experiencias de viaje en colectivos y ómnibus. Ahí me di cuenta de cuánto podría escribir al respecto. Así que acá estoy, iniciando una serie de entradas que tendrán por título principal “Colectivos” (ya saben que me voy a referir a colectivos y ómnibus en general), acompañado de un subtítulo relacionado al tema que voy a tratar.

Porque la verdad es que hay mucho para hablar sobre los colectivos… y no solamente cuando hacen paro o producen disturbios en el tránsito.  

Bienvenid@s

 Buenos días/tardes/noches, según cuándo estén leyendo esto.

Quisiera darles la bienvenida a mi pequeño y humilde blog, este diminuto asteroide dentro de este gran universo llamado Internet. Decidí abrirlo con la intención de empezar a escribir, publicar y difundir las miles de palabras que rondan por mi cabeza a diario. Mi idea también es contar un poco sobre lo que hago: soy bibliotecaria, profesora en Lengua y Literatura y, especialmente, escritora. 

Aquí encontrarán entradas de no más de mil palabras (ejercicio de brevedad, porque tengo tendencia a escribir textos largos) sobre los temas que me vayan surgiendo. Debido a los ritmos que me impone el trabajo, la periodicidad de actualización será de quince días (puede que me tarde más, puede que me tarde menos). 

Desde ya, muchas gracias por pasarse por acá. Aceptaré comentarios y críticas constructivas para que este sitio siga creciendo. 

¡Hasta pronto!

Empecemos por acá

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