domingo, 22 de septiembre de 2024

Reseña especial: "El perfume", de Patrick Süskind

 

 

Imagínate un colectivo lleno de personas en hora pico y pleno enero. O a la abuela trayendo el pan recién horneado de la mañana. O la llegada de la persona con la que vas a salir este viernes. O ese momento en que te sacás la ropa para bañarte después del gimnasio. O cuando entrás a la oficina de tu jefa metida cien por ciento en la onda zen. O esa parte de un viaje en la que justo pasás cerca de un tambo o de un criadero de pollos.

En cualquiera de estas situaciones que hayas imaginado, recreado o recordado, puede que además de las imágenes, se te haya venido a la mente un olor en particular. Ya sea bonito, como el del pan de la abuela, o no tan bonito, como el de la ropa sudada por el ejercicio. Y es que el mundo a nuestro alrededor está cargado, plagado, impregnado de olores de todo tipo: aromas, esencias, perfumes, fragancias, olores, hedores, tufos, pestes, y la lista sigue. Algunos que son fáciles de reconocer y nombrar, otros que conocemos pero de los que no sabemos su nombre, y otros que a lo sumo habremos llegado a oler alguna vez.

Dentro de la literatura, quizá uno de los sentidos más difíciles de describir es el del olfato, debido a la imposibilidad de reproducirlo como tal. Y es que el escritor necesita referencias muy precisas para que el lector se imagine el olor sobre el que se habla en el texto, especialmente si se trata de olores con los que el lector no está familiarizado. La intangibilidad del olor presenta altos desafíos para ser descrito con palabras, lo mismo que el sonido.

Sin irme demasiado por las ramas, quisiera empezar diciendo que este libro está dedicado casi por completo al sentido del olfato, y al vasto y amplio mundo de los olores. No sólo porque es una novela que nos cuenta la historia de un personaje muy particular, sino porque, aislándonos un poco de esa historia, nos encontramos con una especie de pequeño tratado sobre la fabricación de perfumes o una mirada ¿psicológica?, ¿sociológica?, acerca de la influencia del olor en la sociedad y en el individuo. O yo simplemente estoy reflexionando medio fuera del recipiente.

Recuerdo haber leído una reseña sobre este libro, hace muchos años. De esa lectura me quedó solamente el título, y no el nombre del autor ni la fuente, por lo cual no estoy segura de si se trata exactamente del mismo libro. Pero acá vamos a suponer que sí. Cuestión de que el título, “El perfume”, y una vaga idea de lo que trataba el libro, sobrevivieron en algún rincón de mi memoria, y resurgieron al ver que en la Biblioteca Popular de Urdinarrain había justamente un ejemplar titulado de la misma forma. Así que no dudé y me lo llevé prestado.

La novela se sitúa en la Francia del siglo XVIII, donde por razones históricas podemos suponer que no abundaba el agua corriente y por lo tanto la gente no tenía la posibilidad de bañarse todos los días como lo hacemos nosotros ahora. El inicio me pareció un toque lento (pero esto es culpa del spoiler que nos mete el subtítulo más que nada), porque se nos relata la vida del protagonista, Grenouille, un huérfano que, más o menos a la manera del Lazarillo de Tormes, va pasando de amo en amo a partir de cierta edad. Pero este chico no es cualquier niño de la vida, lanzado a un mundo hostil y avasallador, sino que Grenouille destaca por dos cosas puntuales. La primera es que su cuerpo no despide ninguna clase de olor. No huele a nada, es un tipo totalmente inodoro. Y eso, hasta cierto punto, le resulta altamente útil, porque le permite mezclarse entre la gente y volverse “invisible” a plena vista. Como dije antes, acá el olor es un componente muy importante: el olor contribuye a definir nuestra percepción del mundo y de las personas, especialmente. Parafraseando a Mirtha Legrand, como te huelen, te tratan.

Paradójicamente, a pesar de no oler ni a pata, ni a sobaco, ni a otras cosas que surgen naturalmente del intercambio de nuestro cuerpo con el medio, Grenouille posee un sentido del olfato muy desarrollado. Casi se diría que es mejor que el de un perro, al punto de que puede identificar a un individuo sin verlo, y además manejarse en plena oscuridad. Sin embargo, no puede percibir su propio olor. Hubiera sido un buen sabueso de haber tenido la oportunidad, pero lo suyo eran los perfumes. Gracias a su nariz y a su memoria olfativa, Grenouille conoció y guardó dentro de sí mismo muchos aromas, desde los más ordinarios hasta los más sublimes, y uno de sus grandes sueños era crear sus propias fragancias. Como todo hombre menospreciado e incomprendido por la sociedad, durante su vida fueron creciendo sus ansias de ser adorado y reconocido como algo menos que una deidad. Quería ser el gran creador de perfumes.

Motivado por su objetivo, y mientras trabajaba para un curtidor, Grenouille tuvo la oportunidad de convertirse en aprendiz de perfumista cuando le tocó llevarle unos cueros a Giuseppe Baldini, un perfumista famoso y rico pero que estaba al borde de la quiebra, a quien Grenouille ayuda a remontar su negocio.

Un tiempo después, y en busca de perfeccionarse en el oficio, Grenouille se traslada a la ciudad de Grasse, donde no sólo consigue trabajo en la tienda de una viuda y aprende un procedimiento más eficaz para extraer la fragancia de las cosas, sino que también se topa con el perfume que lo obsesionará al punto de convertirse en un asesino.

Porque sí, el subtítulo de la novela es, justamente, historia de un asesino, aunque yo como lectora hubiera preferido que el autor no lo incluyera, porque te predispone enseguida a querer saber cómo empieza Grenouille a matar y por qué (lo cual no es necesariamente malo, ya que funciona para atraer la atención de la gente). Por eso, la lectura se me hizo medio lenta hasta más de la mitad de la novela, cuando el tipo de la nariz superdotada entra en Grasse. Sin embargo, voy a mostrar solidaridad con el resto de los lectores y no voy a decir nada más acerca de la trama o del devenir de Grenouille a partir de acá.

Con respecto a la forma, el relato de la novela se desarrolla a través de un narrador en tercera persona, que nos describe al protagonista hasta en lo más profundo de su ser, y a su vez, también nos brinda detalles sobre las vidas de las personas con quienes él interactúa. El final para mí está bien porque, sin querer ahondar mucho en detalles, demuestra el poder que puede ejercer un perfume potente sobre una gran masa de personas. Nos muestra que el perfume puede hasta ser más poderoso que la imagen, ya que el primero actúa sobre el inconsciente, entra de forma más sutil, provoca que la gente se porte de tal o cual manera sin entender por qué se comporta así.

En síntesis, El perfume es una novela muy buena, y aunque empieza despacio porque, lógicamente, estructura su narrativa a partir del crecimiento de su protagonista, te permite entender sus motivaciones y sus objetivos, por más inmorales y cuestionables que sean sus métodos. Además, supongo que Patrick Süskind ha investigado y se ha documentado mucho para escribir esta historia, y nos ha dejado, por debajo y en paralelo con las andanzas de Grenouille, un breve tratado sobre perfumería francesa y europea del siglo XVIII.

Antes de despedirme, quiero desearles una feliz primavera. Ahora que empieza la estación más perfumada de todas en el Hemisferio Sur, conviene recordar que se viene el calorcito y que el desodorante es nuestro amigo.

Nos encontramos en la siguiente reseña. ¡Hasta la próxima!


domingo, 15 de septiembre de 2024

Reseña Literaria del Domingo #5: "Rueda", de Iván Quinteros

 


No sé por qué mi primera impresión de este libro fue que era de poesía, pero tuve la sorpresa de encontrarme con un libro de cuentos.

Acá encontraremos relatos con dinamismo y simplicidad, y con historias que poseen un marcado componente humano, centrado en temas como el dinero, la venganza, el amor, el heroísmo, la delincuencia. Es un libro de lectura ágil, pero que no te deja del todo indiferente, porque representa situaciones con las que te podés sentir identificado en algunos casos, o realidades con las que no estamos familiarizados.

Creo que algo a destacar es el desarrollo de los vínculos, de las relaciones entre las personas.

Como una rueda, justamente, a veces las relaciones pueden girar en torno a la violencia, aun tratándose de familiares, de modo que se repiten ciclos (“El rumor”); o relaciones familiares distantes pero cercanas a la vez (“Sin garantía”).

O son ciclos que cortan un tiempo y luego comienzan de nuevo, como en “Padre e hijo”. A veces, la rueda puede dar un giro brusco, como en “El destino de Ernesto” o “Los bailarines” (acá se dan varios giros, de hecho).

Uno de mis cuentos favoritos fue “El dinero y la felicidad”, donde el eje, lo que va relacionando a un personaje con otro, es un bolso con plata, y es un eje que se mantiene igual, aunque le cambien la rueda, hasta que alguien se aviva de cambiar el eje.

“Ojos de gato” es un ejemplo de cómo el mal que hacemos nos vuelve, y no queda sin consecuencias -aunque ahí ya no habría una rueda sino boomerang-.

Finalmente nos encontramos con el cuento homónimo, el que le da título al libro: “Rueda”, y me parece que simboliza la rueda de la vida, que a veces más que rueda es como un engranaje, y uno que está hecho para encajar en otro lado.

Muchas gracias a Iván Quinteros y a Creativa Servicios por darme la oportunidad de leer y reseñar este libro.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

Reseña del Domingo #4: "Dentro de la sociedad panóptica", de Antonella Pizzo


 

“Todos los usuarios son responsables de la dinámica que se da en las redes sociales. Comienza con el tipo de uso que les damos como consumidores y termina con los grupos que, en masa, potencian aquello que luego repudiamos. A la culpa la posicionamos en las redes, pero las redes somos todos. Las plataformas no tienen vida propia, los usuarios se la damos y les proporcionamos el significado que queremos que tengan. Si hoy son protagonistas es porque las consumimos como tal. Las redes sociales no serían lo que son si no hubiese personas alimentándolas de lo que hoy representan.”

Me quedo con esta cita porque me parece que representa y resume en gran medida el tema del libro. Muchas veces he escuchado que se responsabiliza a los objetos, los dispositivos, de cosas que más que nada son responsabilidad de los usuarios, las personas. Y si las redes están como están, más allá de los algoritmos, es porque las personas las vuelven así.

En este libro, la autora aborda, desde una mirada analítica y filosófica, cómo es moverse y convivir dentro de la “sociedad panóptica”, en la que todo el tiempo somos observados. Así, va pasando sobre los principales problemas y cuestiones que atraviesan la vida en internet: la sobreexposición de uno mismo en las plataformas, las apariencias de éxito, la negatividad y la positividad, el odio, la masificación, la pérdida de individualidad, la cultura de la cancelación.

Me parece una lectura super recomendable y necesaria como para desautomatizarnos un poco de nuestra vida digital, tomar algo de distancia de ella para verla críticamente, y reflexionar sobre cómo influye todo esto en nuestra vida en general.

Muchas gracias a Antonella Pizzo y a Creativa Servicios por permitirme leer y reseñar este libro.

Empecemos por acá

Bienvenid@s

  Buenos días/tardes/noches, según cuándo estén leyendo esto. Quisiera darles la bienvenida a mi pequeño y humilde blog, este diminuto aster...